Explorando la realidad: Barrio Granadillo

Barranquilla, marzo, 2015




El lugar donde vivo en Barranquilla, se llama “Granadillo” —en un comienzo una extensa finca rica en árboles, entre otras cosas, y que aún hoy día conserva a lado y lado del asfalto—. Un barrio joven en los años sesentas y setentas, y que hoy día se ha quedado un poco respecto a lo que se considera un barrio residencial, pues muchas de las casas bastantes amplias, se han ido vendiendo y se han construido edificios. Además, las calles principales del sector —la calle, 84, un amplio sector de la “Avenida Olaya Herrera”, la carrera “Veinte de julio”, la calle 85, el sector de la Universidad Autónoma del Caribe—, son a su vez puntos de encuentro entre los parroquiales y, muy comerciales, arrendadas para todo tipo de negocios —bares, restaurantes, bancos, farmacias, peluquerías, centros comerciales, etc.



El lugar donde vivo en Barranquilla, se llama “Granadillo” —en un comienzo una extensa finca rica en árboles, entre otras cosas, y que aún hoy día conserva a lado y lado del asfalto—. Un barrio joven en los años sesentas y setentas, y que hoy día se ha quedado un poco respecto a lo que se considera un barrio residencial, pues muchas de las casas bastantes amplias, se han ido vendiendo y se han construido edificios. Además, las calles principales del sector —la calle, 84, un amplio sector de la “Avenida Olaya Herrera”, la carrera “Veinte de julio”, la calle 85, el sector de la Universidad Autónoma del Caribe—, son a su vez puntos de encuentro entre los parroquiales y, muy comerciales, arrendadas para todo tipo de negocios —bares, restaurantes, bancos, farmacias, peluquerías, centros comerciales, etc.



En las fechas por ejemplo de navidad, carnavales, Semana Santa, cualquier día del año, o las festividades nacionales y de la región, se originan y acentúan unos procesos comunicacionales que podemos realizar quienes vivimos en él. Considero en este contexto, que el espacio urbano del "Parque Venezuela” es un lugar muy importante, ya que no sólo se formalizan al aire libre misas para el sector, amén de su propósito para distraer a los niños en su parque de atracciones, sino actos sociales comunitarios y encuentros deportivos con los jóvenes y gente un poco más adulta y con "gran eco" en la ciudad. En definitiva una comunidad con poder. En el diario transitar, las tiendas del sector, constituyen un caso especial como multiplicador de ideas y puntos de encuentro, aunque su función, por supuesto, sea otra.


También la ha sido importante para el sector en general, el hecho que la “Universidad Autónoma del Caribe”: su teatro, su emisora, su canal de televisión local, hoy día y la conocida calle 84 sean colindantes al barrio "Granadillo", al "Parque Venezuela", a las avenidas principales y por supuesto a sus parroquianos, permite de  inmediato abrir eventos comunicacionales culturales, usuales y tradicionales muy fuertes. Sin olvidar además la acostumbrada presencia de estudiantes de otras regiones del Caribe colombiano a la entidad de educación superior, el barrio siempre está adornado por las tradicionales negras del barrio abajo, vendiendo sobre su cabeza los bollos de mazorca.






FOTOS: Gonzalo Restrepo Sánchez

La radio el cine y la televisión en el barrio
La radio siempre está con presencia omnisciente en la ciudad y todos sus barrios. Se escucha en los buses, taxis, en las esquinas donde los vendedores ambulantes ofrecen sus mercancías estacionarias, en las tiendas del barrio, y, la llevan al oído, los  habitantes de la calle. Un fenómeno particular es que la radio local, por asuntos de audiencia, toma lugares estratégicos de la ciudad, y ofrece sus programas y variedades. El barrio "Granadillo" no está excento de ello, y, hay que reconocer que el espacio del "Parque Venezuela”, en algún sector de la famosa y emblemática calle 84, centros comerciales en fechas determinadas; siempre tienen la compañía de famosos locutores transmitiendo a sus espacios radiales. La radio de la ciudad y de la región tiene muy claro el concepto de fortalecimiento comunicacional, pues el público se reúne alrededor de ello.

Últimamente eventos cinematográficos se ha experimentado con mucho éxito en el barrio  “Granadillo”—cine al aire libre en el "Parque Venezuela”—, y es que el poder de convocatoria de la imagen ha sido interesante, sobre todo para la gente joven. Además, el protagonismo de la televisión regional y local en transmitir eventos de carácter de identidad regional, cumplen su quehacer en la urbe. Desde hace meses la Cinemateca del Caribe, realiza jornadas de cine móvil en los diferentes distritos para que tengan más vida cultural y, esa tertulia en torno a las imágenes en movimiento, sirvan para armonizar y articular más lo comunicacional con algunos actores del barrio. De pronto, algo distantes  y por múltiples razones sociales. 

La televisión local  —cuyo centro emisor está en la "Universidad Autónoma del Caribe"— es un referente cultural del sector y del barrio “Granadillo”. Y si entendemos que ello implica una vinculación al quehacer de una cultura ciudadana del barrio, aunque  su  cercanía o proximidad a los habitantes e interlocutores esté cuestionada por conceptos precisamente de participación; es en los eventos relevantes de la ciudad, cuando se acepta como una complicidad en el  sentido de lo que aporta el sector a la ciudad,  brindando personalidad a cualquier acto comunicacional, con su apoyo logístico.





Teniendo en consideración lo hacedero que le resulta al caribeño relacionarse —aunque por supuesto, otros no lo sean tanto—, la relación comunitaria humana a través de la emisión y recepción de mensajes entre interlocutores en estado de total reciprocidad, constituye por lo tanto un factor esencial de convivencia (Calvelo, 1995). Esto aprueba e introducido entre la vida en común de los habitantes de un barrio como “Granadillo” y en espacios como el parque, las tiendas y la cercanía de una universidad; descubrir sin mucho arrojo, cómo ante cualquier evento humano en nuestro espacio habitado, estemos atento a ello, para que, con una narrativa propia, nos comuniquemos, pudiendo así interactuar en comunidad.



Si la comunicación se entiende como una relación de diálogo y de interlocución (Celam, 1986), “poner en común” los mensajes. Entonces ¿por qué trabajar en comunidad? Porque esto nos aclara a nosotros mismos quiénes somos realmente y ante los demás. Porque una participación ciudadana atenta al diálogo entre los interlocutores de un barrio en constante edificación; aprueba ser afectuoso, divertido (“mamagallista” en su momento oportuno), dócil, valiente, cambiante, curioso, pero también algo descomedido, rebelde; no obstante, mancomunado a la justicia, a la libertad, al amor por los demás seres a nuestro alrededor. En definitiva respeto por los valores y esfuerzos mancomunados.





La identidad y la comunicación no es desde la perspectiva simple: Emisor, un Mensaje y un Receptor. Así que todos los actores de un barrio: unidos nos probamos más a nosotros mismos ya todo proviene de las buenas relaciones entre nuestros vecinos permanentes, inclusive con otros medios de comunicación y con otros barrios de la ciudad; para adelantar eventos futuros y con mucho sentido de hermandad y de gestión cultural, si se pretende ver así. A la larga cuestiones que la comunidad proyecta como insoslayables.






Fotos: Gonzalo Restrepo Sánchez